Pensando un poco en mi adolescencia, recordé que el 1-10 siempre estaba en mi cabeza. 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10 ya terminé. 1,2,3,4,5,6,8,9,10 vengaaaa yaa! ¡Cuento hasta 10 y si no viene me enojo!, 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10; hasta que un día me di cuenta que nadie me hacia caso y de pronto dejé de contar.
Analizando un poco la vida de las personas que me rodean, observo que en ellos existe una pequeño incidente de obsesión compulsiva sobre acciones que desarrollan en su cotidianidad, y me atrevo a decir que en estos casos es por estar tan pendientes de ellos mismos ese (yo, yo) que personalmente adminto, fue lo que influyo en mi para ponerme a contar todo lo que pedia y hacia durante un tiempo.
Creo que si bien es cierto, para algunos es fácil reconocer que tuvimos un toc, para otros es una enfermedad difícil de sobre llevar, como lo refleja la puesta en escena que tanto disfrute y reí a más no poder.
Es curioso ver como se vive en el teatro las realidades de los mortales, esto con el fin de hacer conciencia y evidenciar los problemas que vivimos a diarios como humanos y la problematica social que se da actualmente.
El teatro es una forma libre, honesta, sincera y llena de valores que reflejan muchas ideas, pensamientos, sentimientos, historias, etc, del diario vivir, las cuáles adaptan su forma en mucha energía, fuerza, entusiasmo y llenan de carisma y entretenimiento a los personajes para transmitir de forma sencilla pero efectiva el mensaje que quieren dejar en nosotros como espectadores.
Aplaudo mil por mil, al Teatro Torres, el elenco, el guión, producción, la escenografía y el espacio, ya que todo esto también hace que sea agusta la 1:40 minutos que dura la obra, y logra entretener durante todo el momento, sin sentirse uno aburrido y siempre esperando una sorpresa por parte de los actores, que en verdad me llegaron y me llenaron la noche de risas, conciencia y humor.
Le doy un 9 de calificación. Bravo!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario